Un punto y seguido para los pueblos del carbón

José González, a former miner from Fabero, poses in front of the headframe of Pozo Julia, a former coal mine turned museum in the Spanish province of León. “La antracita es el combustible que mejor quema y tiene menos impurezas”, va contando Chencho durante la visita. “Las capas están tan prensadas que miden de 30 centímetros a un metro”, añade. Un dato importante porque eso significa que los mineros no cabían de pie, tenían que picar tumbados, durante seis o siete horas a 35 grados de temperat

La generación que lo cambió todo

Los primeros en recibir atención temprana, los primeros que estudiaron en colegios ordinarios, los primeros en vivir solos y trabajar. Así son los “millennials” con síndrome de Down que han roto las barreras María Román tiene 26 años y, como es lógico, hace las cosas que hacen las chicas de 26: María trabaja de lunes a viernes. María comparte piso con varias amigas en el corazón vibrante de una gran ciudad. María sale a bailar reguetón los fines de semana hasta descomponerse las caderas. María

Los poetas rudos

Las manos de Juan Nebro son huesudas y angulosas, tan afiladas que bien podrían confundirse con las patas de un cernícalo o de un águila común. Los dedos son macizos, las uñas prietas, las venas cárdenas y profundas como zanjas. Así eran también las manos de su padre y las de sus tíos y las de su hermano Antonio. Manos que escarban, que siegan, que trinchan. Manos de agricultor. Juan lleva 73 de sus 81 años trabajando en el campo y para hacerse una idea de lo que ese tiempo significa basta con

MENAS: ¿Quién puede temer a un niño?

Todos debemos proteger a los menores, establece la Convención sobre los Derechos del Niño. A todos, sin distinción de origen y, en especial, a los más desamparados. Entonces, ¿por qué en lugar de acogerlos, los rechazan? Es el pecado de los MENA, acrónimo que esconde a los Menores No Acompañados, adolescentes juzgados y estigmatizados solo por ser migrantes. El 23 de agosto de 2019 estaba predestinado a ser un día de lo más normal en el barrio de Peñagrande. Ni más ni menos significativo que el

44 millones de solos

Ana vive en una casa llena de habitaciones que no usa. Aquí creció junto a sus padres y sus cuatro hermanos, aquí mismo crió después a sus hijas y cuidó de su marido. Ahora, la vivienda de dos plantas le queda grande, dolorosamente hueca. “Mi marido murió, mis hijas se casaron y se fueron a trabajar fuera. Yo me quedé sola”. Desde entonces han pasado trece años. Mucho tiempo y muchos metros vacíos para esta mujer de casi 80. Por eso, ella suele moverse casi siempre por el salón, atestado de fot

El amor en los tiempos de las FARC: el guerrillero y la paramilitar

Martín y Ana Milena se odiaban mucho antes de conocerse. Él aprendió a hacerlo por convicción, ella por necesidad. Durante años habitaron lados opuestos en esas trincheras invisibles que aún hoy dividen el largo y ancho de Colombia. Martín era guerrillero. Ana Milena, paramilitar. Izquierda y derecha, la división de siempre. Podrían haber abierto fuego el uno contra el otro de haberse encontrado hace años. Están seguros, podrían. Hoy, lejos de las armas, comparten un hogar, dos hijos, la vida.

El entrenador que fichó a los niños de la guerra

El año que Roberto abandonó Playa de Oro también huyeron otros 51 vecinos, pero él fue el único que lo hizo al revés. Cuando los guerrilleros llegaron a su casa para matarle, él ya había echado a andar de espaldas, paso a paso, para confundir su rastro. Lo aprendió de los indígenas cuando era joven y eso fue lo que le salvó la vida. Caminó así durante más de una hora, disfrazando sus huellas, tanteando el terreno con los talones. En su maleta apenas había algo de ropa, un par de zapatos y una fo

Otro terremoto en Haití: el hambre

Lleva dos horas encerrada en no más de un metro cuadrado, arañando gotas de agua a la tierra. Le duele la espalda pero ella continúa raspando con la pala. Aún le queda otro cubo por llenar. La culpa la tiene la sequía. En abril del año pasado el agua dejó de llegar a la fuente del pueblo, no había suficiente presión. Entonces, los vecinos de Grand Grossier (al este de Haití) decidieron ir a buscar el punto de origen, a unos 20 kilómetros, y cavar un pozo. Si la montaña no va a Mahoma... “El aguj